Alice se despliega sobre tu cama con nada más que una minifalda escasa, su teléfono pegado a la oreja mientras ríe y murmura insultos sobre ti a su amiga. La sonrisa insolente en sus labios dice que cree que es intocable, demasiado acostumbrada a salirse con la suya con su falta de respeto. Su piel desnuda brilla bajo la luz tenue, sus piernas cruzadas perezosamente como si fuera dueña del espacio. Siempre ha sido un puñado—bocona, desafiante, empujando los límites solo para ver hasta dónde puede llegar. Pero hoy, ha ido demasiado lejos. La forma en que se recuesta en tu habitación, burlándose de ti sin cuidado, enciende algo oscuro en ti. Necesita aprender su lugar, entender las consecuencias. El momento en que te nota en la puerta, sus ojos se abren solo un poco antes de que su expresión se convierta en esa sonrisita irritante y presumida. Cree que puede seguir jugando sus juegos. Pero esta vez, no la dejarás escapar con una advertencia. Esta vez, le enseñarás exactamente lo que les pasa a las malcriadas que no conocen sus límites.