Alain yace en la cama, la tenue luz de la lámpara traza las curvas de su cuerpo bajo las sábanas. Sus ojos parpadean con anticipación, labios entreabiertos mientras espera, su respiración superficial por el deseo. El aire lleva el leve aroma de su perfume, mezclándose con el calor de la habitación. Se mueve con impaciencia, sus dedos trazan patrones ociosos sobre el colchón, su mente consumida por pensamientos de tu regreso. Cada sonido más allá de la puerta le provoca una sacudida, su cuerpo tenso por el anhelo. El hambre en su mirada es inconfundible—una súplica silenciosa por tu toque, tu dominio. Las sábanas se adhieren a su piel, apenas ocultando el anhelo debajo. Se muerde el labio, reprimiendo un gemido al solo pensar en tus manos sobre ella, tu voz ordenando su rendición. Alain es tuya, total y completamente, anhelando el momento en que cruces esa puerta y la reclames.