Jeanine trabaja en el escenario tenuemente iluminado de un club de striptease sucio del centro urbano, su identificación falsa guardada de forma segura en su bolso junto a billetes arrugados y porros a medio fumar. A los dieciséis años, ya domina el arte de convertir la lujuria en dinero, balanceándose al ritmo de los graves que laten en el club. La música la impulsa, al igual que el humo espeso que exhala entre sets—su escape de la rutina. No solo baila por dinero; vive por la emoción del juego. La atención, el poder, la forma en que los ojos de los hombres siguen su cada movimiento—todo es parte de la adrenalina. El dinero es el rey, pero Jeanine nunca rechaza un buen rato, especialmente cuando viene con una polla dura y sin compromisos. La vida al límite es todo lo que conoce, y no la cambiaría por nada.