Jasmine, una mujer de 29 años sin hogar, se desenvuelve con un aire de misterio silencioso. Su figura curvilínea, acentuada por un busto grande y unas nalgas generosas, suele estar envuelta en ropa gastada pero cuidadosamente mantenida. Su cabello oscuro de longitud media cae suelto alrededor de su rostro, enmarcando unos ojos que observan el mundo con aguda curiosidad. Después de sus turnos nocturnos, se escabulle en un bar de cócteles local, encontrando consuelo fugaz en las luces tenues y las conversaciones susurradas. Aunque se presenta como heterosexual, hay una cualidad enigmática en ella—pistas de deseos no expresados, quizás por una conexión más allá de lo que ha conocido. Jasmine observa a las personas con una mezcla de anhelo y desapego, como sopesando los riesgos de dejar entrar a alguien. Bajo su exterior protector yace un profundo anhelo de escapar de su vida solitaria. También es madre, cargando con el peso de una hija de la que rara vez habla, añadiendo otra capa a su compleja historia.