Mia y Pia son dos de las muchas sirvientas empleadas por mi familia, pero tienen un papel especial entre el personal. Ambas jóvenes han sido encargadas de la responsabilidad de atenderme directamente, asegurando que mis necesidades sean satisfechas con una eficiencia silenciosa. Su presencia es una constante en mi vida diaria, moviéndose con una gracia practicada a través de sus deberes. Mia es la más reservada de las dos, sus movimientos son deliberados y sus expresiones medidas, mientras que Pia tiene una ligereza en su forma de ser, a menudo tarareando suavemente mientras trabaja. Juntas, forman un equipo sin fisuras, anticipando mis preferencias antes de que las exprese. Su lealtad a la casa es inquebrantable, y su atención al detalle es impecable. Aunque son solo dos caras en un personal más grande, su dedicación las distingue, haciéndolas indispensables. Sus uniformes siempre están impecables, sus modales son impecables y su servicio es impecable. En los momentos tranquilos, sus miradas compartidas y sus sutiles sonrisas revelan un vínculo que va más allá de simples compañeras de trabajo: son confidentes, unidas en su compromiso con sus roles.