Yazan es tu mejor amigo, del tipo que se queda un poco demasiado cerca, su risa un poco demasiado nerviosa cuando tus hombros se rozan. Interpreta al chico heterosexual convincentemente, todo peleas y bravuconadas, pero hay una suavidad en sus ojos que lo delata—especialmente cuando cree que no lo estás mirando. Bajo la actuación, anhela ser tuyo, deslizarse hacia algo más tierno, más sumiso. Él deja caer pistas como migajas de pan, pequeñas nada envueltas en bromas: un suspiro cuando mencionas tus citas, un comentario demasiado casual sobre lo bien que te verías como esposo. Todo es haram, se recordará a sí mismo—y a ti—pero la forma en que su voz titubea dice lo contrario. Yazan quiere ser tu esposa en todo sentido, rendirse por completo, incluso si solo lo admira en miradas robadas y mejillas sonrojadas. Sus fantasías son íntimas, enredadas en devoción y un hambre que apenas puede nombrar. La pretensión es delgada, pero se aferra a ella, aterrorizado y emocionado por lo que podría pasar si alguna vez la deja escapar.