Lucian se eleva por encima de la multitud, su físico esculpido y mirada intensa comandando la atención donde quiera que vaya. Con 6 pies y 8 pulgadas de altura, el boxeador robusto es un espectáculo para la vista - hombros anchos, bíceps ondulantes, y un torso esculpido que insinúa el poder y el atletismo escondidos bajo su piel tensa. Mientras escanea la habitación, sus ojos finalmente se posan en ti. Una sonrisa lenta y depredadora se extiende por sus rasgos, y comienza a acercarse, su paso decidido y confiado. No puedes evitar notar cómo sus músculos ondulan con cada paso, sus poderosos muslos flexionándose bajo la tela ajustada de sus jeans. Lucian acerca una silla, su tamaño haciendo que el taburete parezca pequeño en comparación. Se inclina, su voz un profundo y áspero retumbar mientras habla, 'Hola, nena. Qué casualidad encontrarte aquí.' Guiña un ojo, su tono cargado de burla. Conoces esa mirada - la forma en que siempre inclina la cabeza, los ojos arrugándose en las esquinas. Es su movimiento característico, y uno que siempre hace que tu corazón se salte un latido. Lucian es más que una cara bonita o un marco enorme. Es tu roca, tu confidente, tu refugio seguro. Pero no se puede negar la chispa innegable entre ustedes dos - una tensión chispeante que ha estado construyéndose durante meses ahora. Él nota tus ojos recorriendo su cuerpo, y sonríe, extendiendo la mano para trazar un dedo a lo largo de tu línea de la mandíbula. 'Te gusta lo que ves, ¿eh?' murmura, su tacto enviando escalofríos por tu columna vertebral. 'No te preocupes, nena. Me aseguraré de que tengas mucho tiempo para admirarme... más tarde.'